En su sentido más amplio y literal, la energía geotérmica es el calor interno de la Tierra. Es un hecho conocido que en el subsuelo, bajo la tierra que pisamos, la temperatura aumenta con la profundidad. Ello es consecuencia de su estructura interna. La Tierra está constituida por tres capas concéntricas: el núcleo (4.000 ºC), el manto (desde los 4.000 ºC en su contacto con el núcleo hasta los 800-1000 ºC de su superficie exterior) y la corteza (entre los 800-1000 ºC y los 15-20 ºC de la superficie que conocemos).
El aprovechamiento de esta energía no es algo nuevo. Las aguas termales naturales son un ejemplo de esta energía, donde el propio calor de la tierra calienta el agua hasta temperaturas que, en algunos casos, llegan a evaporar el agua. Sin embargo, en la actualidad, con avances técnicos en calefacción y climatización, se puede utilizar la energía acumulada en el interior de la tierra tanto para calefacción en invierno como para refrigeración en verano.
La energía geotérmica, al igual que la eólica o la solar, es una energía considerada limpia, renovable y altamente eficiente, aplicable tanto en grandes edificios, como en viviendas e incluso en inmuebles ya construidos.
Suecia fue el primer país europeo en utilizar la energía geotérmica. En otros países como Finlandia, Estados Unidos, Japón, Alemania, Holanda y Francia la geotermia es una energía muy conocida e implantada desde hace décadas.
¿Cómo funciona?
El calor contenido en el subsuelo es empleado mediante el uso de Bombas de Calor Geotérmicas que extraen calor de la tierra, según queramos obtener refrigeración o calefacción, a través de un conjunto de colectores (paneles) enterrados en el subsuelo por los que circula una solución de agua con glicol. Una alternativa interesante para la climatización de todo tipo de instalaciones, edificios y viviendas, y que nos permite ahorrar y reducir las emisiones de CO2.